Hola,
¡Hacía un montón que no entraba por aquí!
Yo empecé en competición con éste:
http://www.f3x.com/htdocs/bm/nemesis.htm
Son unos 340 €, pero tiene todas las funciones de uno de los grandes, incluyendo la capacidad de lastrarlo, y es bastante bastante rápido. El problema de los aviones pequeños es que son muy difíciles de controlar, son mucho más nerviosos. Y cuando estás hablando de volar a 150-200 km/h, lo último que quieres es algo nervioso y pequeño. Al año, ya estaba buscando uno un poco más grande y me pasé al X-Race de 2,5 m, por unos 520 €:
http://www.airtech-rc.com/fr/xrace250_.html
Si estás pensando seriamente en F3F, es decir, en competición, no deberías pensar en nada por debajo de esa envergadura. Necesitarás algo muy polivalente, capaz de flotar en la mínima expresión de viento, coger altura rápidamente, y ser capaz de soportar bastantes "G"s de presión en giros brutales.
A esos precios les tienes que sumar la electrónica, que suele ser aproximadamente el 40% del precio del avión. No puedes meter electrónica "barata" en un avión caro, sobre todo, volando a esas velocidades y con los esfuerzos que requiere el F3F. Si quemas un servo en vuelo, lo más probable es que el avión no sobreviva.
Mi recomendación es que empieces con uno de segunda mano y veas si te engancha. Hay mucho mercadillo, y los que competimos solemos deshacernos de aviones que quedan un poco más desfasados para comprar los más modernos. Alguien que empieza no va a ser capaz de distinguir los primeros de los segundos, te lo aseguro.
Mi otra recomendación es que te olvides absolutamente de la idea de hacerte uno tú mismo. Incluso aunque tengas el conocimiento de cómo hacerlo y no inventes nada y te dediques a plagiar lo existente, la inversión que necesitarás para producirte el primero rondará los 4000 o 5000 €, suponiendo que no tengas que invertir en el taller que, entre otras cosas, deberá disponer de un horno de más de 1,5 metros de longitud.
Un último consejo: piénsate bien si quieres entrar en el mundo de la competición, porque engancha muchíiiiiisimo.
Un saludo,
Álvaro.