- Vie, 29 Sep 2006 5:28
#310002
Ya pasaron cosa de diez días desde que finalicé el montaje de mi EG, y como estaba hasta el moño de esperar a que alguien con experiencia tuviera tiempo libre para darle el primer vuelo, me levanté de la siesta y ¡A Llanera!, a probarlo yo solito.
Una tarde espléndida, sin viento y soleada, perfecta para una corrida de toros y para volar sin problemas añadidos por la meteorología.
Primer lanzamiento: Pues eso, doy gas y lo lanzo a ver qué pasa. Y vuela. Vuela divinamente. Subo, bajo, giro hacia aquí, hacia allá, vuelvo a subir, quito gas, doy gas... en fin, todo perfecto y tan simple como el FMS. Y ahora, tras cuatro o cinco minutos de deleite, a aterrizar. Como no tengo muy claro lo de los flaperones, intento tomar tierra a pelo, y la tomo con un trompazo poco elegante pero poco aparatoso, incluso aceptable, después de todo, aterrizó con la panza y no se rompió nada, aunque se soltó la tapa de la cabina.
Segundo lanzamiento: Pongo la tapa en su sitio y repito la operación de gas y lanzado. Un picado feroz, y de morro al suelo. Con el primer trompazo se había movido la batería y el CG se había desplazado a vaya usted a saber dónde. Nada roto.
Tercer lanzamiento: Reubico la batería en su sitio, compruebo la situación del CG y vuelvo a lanzarlo. Un giro súbito, incontrolable, a la izquierda, y nuevamente de hocicos en la tierra. Se había movido un ala con el porrazo anterior. Resultado: una pala de la hélice rota en dos trozos. La otra llena de mordidas pero entera.
No tengo repuesto. Se acabó el vuelo por hoy. Como aún son las siete, salgo zumbando hacia Somonte a comprar unas palas nuevas, con tanta prisa que me olvido el banco de trabajo en el campo de vuelo. A la vuelta ya no estaba. Mala suerte, poca cabeza.
Conclusión: El EG vuela muy pero que muy bien, incluso en manos de un advenedizo como el que suscribe. Mañana vuelvo. Y pasado mañana.
Enseñanza 1: Revisar TODO el aparato después de cada porrazo.
Enseñanza 2: No dejarse las cosas olvidadas en según qué lugares apartados pero no muy solitarios.
Ya os contaré cómo me va la próxima vez.
Saludos.
Una tarde espléndida, sin viento y soleada, perfecta para una corrida de toros y para volar sin problemas añadidos por la meteorología.
Primer lanzamiento: Pues eso, doy gas y lo lanzo a ver qué pasa. Y vuela. Vuela divinamente. Subo, bajo, giro hacia aquí, hacia allá, vuelvo a subir, quito gas, doy gas... en fin, todo perfecto y tan simple como el FMS. Y ahora, tras cuatro o cinco minutos de deleite, a aterrizar. Como no tengo muy claro lo de los flaperones, intento tomar tierra a pelo, y la tomo con un trompazo poco elegante pero poco aparatoso, incluso aceptable, después de todo, aterrizó con la panza y no se rompió nada, aunque se soltó la tapa de la cabina.
Segundo lanzamiento: Pongo la tapa en su sitio y repito la operación de gas y lanzado. Un picado feroz, y de morro al suelo. Con el primer trompazo se había movido la batería y el CG se había desplazado a vaya usted a saber dónde. Nada roto.
Tercer lanzamiento: Reubico la batería en su sitio, compruebo la situación del CG y vuelvo a lanzarlo. Un giro súbito, incontrolable, a la izquierda, y nuevamente de hocicos en la tierra. Se había movido un ala con el porrazo anterior. Resultado: una pala de la hélice rota en dos trozos. La otra llena de mordidas pero entera.
No tengo repuesto. Se acabó el vuelo por hoy. Como aún son las siete, salgo zumbando hacia Somonte a comprar unas palas nuevas, con tanta prisa que me olvido el banco de trabajo en el campo de vuelo. A la vuelta ya no estaba. Mala suerte, poca cabeza.
Conclusión: El EG vuela muy pero que muy bien, incluso en manos de un advenedizo como el que suscribe. Mañana vuelvo. Y pasado mañana.
Enseñanza 1: Revisar TODO el aparato después de cada porrazo.
Enseñanza 2: No dejarse las cosas olvidadas en según qué lugares apartados pero no muy solitarios.
Ya os contaré cómo me va la próxima vez.
Saludos.
Si los vagos volaran... no volarían.